La empatía como estándar: ¿se puede liderar con humanidad en seguridad?

En el mundo de la seguridad privada, la empatía puede parecer un lujo. Pero en Sargus, es una herramienta esencial que humaniza nuestro servicio y da sentido verdadero a lo que hacemos cada día.

En un país donde la inseguridad ha llevado a un fuerte crecimiento del sector —con más de 2.500 empresas operando y cerca de 500.000 trabajadores activos en 2024—, según reporta la Asociación ASEVA, destacar no está en tener más guardias, sino en cómo los tratamos.

Hace poco, conocimos el caso de Sofía, supervisora de Sargus que, durante una ronda nocturna, notó que uno de los guardias que acababa de iniciar en el servicio parecía visiblemente afectado. En lugar de ignorarlo, se acercó, conversó y comprendió que el joven atravesaba una difícil situación familiar. No solo ajustó su horario esa noche, sino que lo acompañó a conversar con Recursos Humanos, facilitando acceso a apoyo emocional. Eso marcó la diferencia: ese guardia hoy lleva ya seis meses y habla de Sargus como un lugar que “no solo protege, sino que también escucha”.

Este tipo de relatos inspiran, pero no son aislados: reflejan lo que los chilenos valoran en un servicio que los proteja con profesionalismo y cercanía. Según la Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana, el 90 % de la población siente que la delincuencia ha aumentado y demanda prevención efectiva. Frente a esa presión, Sargus no elige el camino más frío, sino el más eficaz: construir equipos respaldados por liderazgo empático.

Además, el sector ha cambiado vertiginosamente: entre 2013 y 2023, el número de empresas dedicadas a seguridad creció un 350 %, de 1.256 a más de 5.600. En ese escenario, no basta con estar; se trata de distinguirse. ¿Cómo? Formando guardias que, gracias a una comunicación consciente y una gestión humana, se convierten en aliados firmes en el cuidado de clientes, instalaciones y comunidad.

En la práctica, liderar con empatía significa:

  • Estar atentos a las personas, no solo a sus tareas. Detectar estados emocionales, dificultades personales o señales de cansancio.
  • Responder con acción real, como ajustar turnos, ofrecer apoyo o incluso derivar a ayuda profesional.
  • Cultivar confianza, para que cada persona se sienta valorada y comprometida.

Ese enfoque no es blando: es eficiente, sostenible y humano. Como organización, hemos comprobado que quienes se sienten escuchados y cuidados, desempeñan mejor, se vinculan con mayor lealtad y se convierten en embajadores de lo que somos.

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