En seguridad, la preparación técnica y los protocolos son esenciales. Pero cuando el contexto se vuelve incierto y las emociones se desbordan, lo que realmente define el desenlace es la capacidad humana de conectar, comprender y actuar con empatía.
La empatía no es solo una virtud: es una herramienta operativa que puede salvar vidas en momentos donde la tecnología o la fuerza no bastan.
En 2010, Chile vivió uno de los episodios más recordados de su historia moderna: el rescate de los 33 mineros atrapados en la mina San José, en Atacama.
Durante 69 días, el país entero siguió la operación que combinó ingeniería, liderazgo y, sobre todo, empatía y sensibilidad humana. Los rescatistas, psicólogos y equipos de apoyo sabían que no bastaba con enviar suministros o maquinaria: era necesario mantener la esperanza, escuchar, entender los miedos y acompañar emocionalmente a quienes estaban bajo tierra.
Esa conexión humana fue la clave para sostener el ánimo de los mineros, coordinar el trabajo en superficie y lograr un desenlace exitoso que conmovió al mundo.
La empatía también salva en seguridad
En el ámbito de la seguridad privada y corporativa, la empatía cumple un rol similar. En Chile, según datos de la ACHES (Asociación Chilena de Empresas de Seguridad), más del 25% de los incidentes críticos dentro de empresas o recintos públicos se debe a mal manejo emocional o falta de habilidades de contención.
Además, estudios de la Subsecretaría de Prevención del Delito indican que las empresas que capacitan a su personal en control emocional y comunicación asertiva logran reducir en un 40% los conflictos con usuarios, clientes o visitantes.
Esto demuestra que la seguridad efectiva no depende solo de la vigilancia, sino también de la comprensión y manejo humano de las situaciones de tensión.
Cómo aplicar la empatía en contextos de riesgo
- Observar más allá del comportamiento: muchas veces, un gesto o tono de voz anticipa una situación crítica.
- Actuar desde la calma: una respuesta serena puede desactivar una reacción violenta.
- Escuchar antes de intervenir: comprender la causa del conflicto permite resolverlo con menor riesgo.
- Cuidar el propio bienestar emocional: un guardia o supervisor que gestiona su estrés es más capaz de proteger a otros.
- Trabajar en equipo: la empatía se refuerza cuando los equipos se apoyan y confían entre sí.
Así como los rescatistas de la mina San José combinaron técnica con humanidad, en el mundo de la seguridad moderna la empatía es una herramienta profesional que puede cambiar el resultado de una crisis.
En Sargus, creemos que cada situación crítica requiere más que protocolos: necesita personas preparadas, conscientes y sensibles al entorno humano.
Porque proteger no es solo vigilar: es entender, contener y actuar con empatía cuando más se necesita.

